Cuando nos convocó el reconocido chef Ariel Rodriguez Palacios junto con su familia para desarrollar esta marca, nos desafiaron a representar algo más que un sándwich. Nos convencieron de que el producto iba a superar las expectativas y a sorprender desde el primer bocado, y la marca tenía que estar a la altura, para acompañarlo y enaltecerlo.

En la concepción de las marcas, nos interesan los cruces inesperados, dejar entrar el azar en el proceso creativo. Así fue que nos cruzamos con la palabra “colmo” en medio de la investigación inicial, y se nos ocurrió lo siguiente: ¿Cuál es el colmo de un chef?. La respuesta fue clarísima: “ponerse una sandwichería”. De ahí surgió el nombre de la marca, un poco incómodo y a la vez muy potente.

Para el desarrollo de la identidad nuestro concepto rector fue “alta cocina en sándwich”. En esas 4 palabras radica la contradicción que nos marcó el camino: el sándwich, ese producto tan simple, cotidiano y popular, vino a meterse en la “alta cocina”, una cocina tecnológica, elaborada y profesional, llevada adelante por chefs especializados.

Esos dos mundos aparentemente tan alejados no lo son tanto si uno investiga la historia del sándwich y sus inicios en el siglo XVIII cuando el cuarto conde de Sandwich pidió que le sirvieran la carne entre dos rebanadas de pan para no ensuciarse las manos y poder seguir jugando a las cartas. Y no es casualidad que haya sido una carta de póker lo que encontraron los Rodriguez Palacios la primera vez que entraron al local.

El elemento del juego es una constante en este proyecto y se ve plasmado directamente en la identidad visual y verbal, conformada por un sistema de rombos, corazones, cuadrículas, colores vibrantes, adivinanzas y colmos. Una vez definido el nombre y los elementos primordiales de la identidad, delineamos las premisas del interiorismo del local y nos embarcamos en el diseño y la producción de packaging, uniformes, cartelería y menúes. También pensamos la estrategia inicial de redes sociales y los lineamientos fotográficos para poder materializar todo lo que habíamos proyectado.